De acuerdo con los últimos datos publicados la semana pasada en la encuesta de población activa (EPA), España suma 5,4 millones de parados. Si este dato es preocupante de por sí, todavía es más preocupante si sabemos que la mitad de esos desempleados llevan más de un año en búsqueda activa de empleo.
El desempleo en general, y el de larga duración en particular, tiene efectos devastadores sobre las personas que lo sufren: autoestima, frustración, depreciación de la capacidad profesional, etc. Sin duda, es un fenómeno con una gran trascendencia para el futuro del país, que merece ser analizado con profundidad y que requiere la puesta en marcha de medidas urgentes que palien y corrijan el fenómeno en el menor tiempo posible.
Una de las características comunes a todos los parados de larga duración, independiente de su edad, es la falta de formación, de competencias básicas que les permitan introducirse en el mercado laboral. España, desde hace muchos años, ha dejado de ser un país que vende mano de obra barata a ser un país cuyo principal activo es la materia gris, de forma que la educación es vital para competir dentro de los países que ofrecen productos o servicios con valor añadido al mercado, contra los productos o servicios más baratos de los emergentes. De acuerdo con el último informe de la OCDE sobre la economía española, casi la mitad de los desempleados dejó de estudiar a los 14 años y esta falta de formación es determinante a la hora de encontrar un empleo.
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